Echaba de menos un poco de navegación nocturna, algo que no
hacía desde abril.
Quizá también cambiar de barco y de aires.
Así que esta semana pasada, como en un chiste, un austríaco,
un alemán y un gallego a bordo del “Be
Happy”, un Bavaria Vision 42 nuevecito de este año, bajamos desde Baiona hasta
Cascáis.
Con la predicción meteorológica bien estudiada optamos, una
vez sobrepasado el Lobo de Silleiro, por hacer un rumbo que nos separase de la
costa en busca de más viento, aproximadamente 20 grados más abiertos que el
rumbo directo, por fuera, a las Islas
Faralhoes, que ya es un rumbo más abierto que el habitual para pasar por dentro
de las Islas Berlengas. Además el “Be Happy” no tiene tangón y el génova es bastante más pequeño que la vela mayor,
por lo que entrando el viento más allá de los 150 ó 160º de aparente, la vela
de proa queda desventada y como al principio soplaba nordeste nos obligó a ir
hacia afuera muy rápidamente, aunque más tarde el viento rolaría hacia el norte.
En teoría, atendiendo a la meteo, cuanto más lejos de la costa haría más viento
y nosotros deberíamos mantenernos en la franja de los 20 nudos, pero a una
velocidad de 8 – 10 nudos pronto alcanzamos la franja de los 25 y casi de los
30 nudos de viento, con su mar proporcional.
Tras un atardecer en el que las olas parecían jugar con el
sol y antes del anochecer, navegando ya por fuera de la plataforma continental,
trasluchamos, ahora para buscar condiciones más tranquilas de viento y mar durante
las guardias nocturnas, a un rumbo que
nos acercaba a tierra.
Durante un rato hubo que ir gobernando a la mano para que el
barco no se fuese de orzada con cada ola que entraba un poco atravesada. Pronto
mejoraron las condiciones y el piloto, “Gar”, pudo hacerse de nuevo con el
control del barco.
Nos dividimos en dos guardias de 1 y “2” tripulantes
respectivamente, de tres horas de duración, de 23:00h a 02:00h, de 02:00h a
05:00h, de 05:00h a 08:00h y de 08:00h a
11:00h.
Hice las impares y la primera se me pasó volando, con buen
viento, delfines, música y a la altura de Oporto bastante tráfico de mercantes,
pesqueros y algún velero que me mantuvieron entretenido entre prismáticos, el AIS y el RADAR. En cambio, la
tercera guardia, con todo mucho más tranquilo, se me hizo más larga.
De madrugada volvimos a trasluchar y por la mañana el
viento, cada vez más suave, volvió al NE y una nueva trasluchada nos permitió
hacer rumbo sur.
No tardamos en ver el perfil de las Faralhóes recortado entre
la bruma sobre el horizonte, pasando muy cerca de las Berlengas por dentro, a
un rumbo que nos llevaba hacia Cabo da Roca, que alcanzamos a última hora de la
tarde.
Sabía de la existencia en la Berlenga grande de una fortaleza que es una
Pousada, pero la proximidad nos permitió descubrir además un pequeño pueblecito
en la isla.
Esa tarde el viento volvió a aumentar un poco yéndose unos
grados al oeste, permitiéndonos izar el gennaker, hasta que con un nuevo role,
esta vez hacia el este, trasluchamos de nuevo y fuimos cerrando el rumbo hacia Cabo da Roca y Cabo Raso, última punta antes de adentrarnos en la bahía que forma la desembocadura
del Tajo, mientras los últimos rayos de sol se reflejaban ya sólo en la parte
alta de las velas.
La aproximación a Cascáis la hicimos ya de noche, entrando
en la Marina de Cascáis a eso de las ocho y media (HRB). Ya en el amarre
celebramos con una cerveza en la bañera y tras una ducha rápida y tonificante
nos fuimos al pueblo, justo para cenar.
Una travesía rápida y confortable que nos llevó unas 31
horas de navegación para hacer 235 millas reales.
Al día siguiente Eddy quedaba en el barco y a las seis de la
mañana, Leo y yo emprendíamos el periplo de vuelta por tierra. Primero un taxi
hasta Lisboa. Desde allí un autocar hasta Oporto donde cogimos otro que nos
llevaría hasta Vigo. De nuevo en taxi hasta Baiona, para recoger el coche de
Leo en el que me llevó hasta Sada, donde yo tenía el mío y media hora más tarde
llegaba a casa, cansado pero contento, tras unas catorce horas de viaje que me parecieron
más pesadas que la travesía en sí.
Allí queda pues el “Be Happy”, descansando hasta que más
adelante, muy posiblemente, siga su camino hacia el cálido sur.
Thanks to Eddy and Leo, has been a very pleasant voyage.
Preciosas fotos y por lo que se ve y comentas una travesía de las que hacen afición
ResponderEliminarUn abrazo y sigue disfrutando
j
Gracias JJ.
EliminarEfectivamente una travesía de las que hacen recuperar la afición.
Otro abrazo para ti.