Tras una agradable estancia en La Palma y después de haber cambiado las baterías de a bordo y hecha una pequeña compra de víveres, dejamos la isla, ya con el nuevo tripulante.
No tardó en aparecer por la proa la impresionante mole escarpada que es la costa norte de la Isla de La Gomera, a pesar de la mala visibilidad, con las nubes enganchadas en sus cumbres.
Nos acercamos bien a la costa para contemplar “los órganos”, formación basáltica digna de ver, a partir de donde fuimos recorriendo la costa este de la isla para ir hacia el puerto de San Sebastián de La Gomera.
Poco antes de llegar, entre las puntas de Avalo y de San Cristóbal, el viento alcanzó los 40 nudos, desapareciendo, no obstante, en la bocana del puerto de San Sebastián, donde hacía un calor importante.
Esa tarde la dedicamos a recorrer la pequeña pero acogedora población de San Sebastián, donde Colón hizo su ultima aguada antes de zarpar hacia las Américas.
Al día siguiente hicimos un tour por la isla, guiados por Lito que nos mostró desde el espectacular Parque Nacional de Garajonay, con su “lluvia horizontal”, inmerso en el mar de nubes traídas por el Alisio, antes de que ocurriese el lamentable incendio que sufrió este verano. Pasando por el no menos espectacular Valle del Gran Rey.
Impresionante la orografía de estas islas con su diversidad de paisajes y vegetación.
Antes del siguiente amanecer abandonamos La Gomera con rumbo al sur de Tenerife, con intención de cruzar el canal hacia el SW de Gran Canaria. Algo de viento al principio que sin embargo cesó por completo en las costas del sur de Tenerife, donde pudimos disfrutar de la compañía de una manada de ballenas piloto.
Un cielo encapotado sobre la Isla de Tenerife no nos dejó ver la cumbre del omnipresente Teide.
En cuanto doblamos Punta de la Rasca, como su nombre bien indica, comenzó la rasca de viento, que se acentuó en pleno canal entre las islas de Tenerife y Gran Canaria, como esperábamos, llegando en algún momento a los 35 nudos del través.
Con la mar de fondo por el través y una mar del viento que se iba haciendo notar, el Proteína, con media mayor y la trinqueta navegaba rápido y acompasado, siguiendo el ritmo de las olas.
La mar y el viento alcanzaron su máximo apogeo poco más allá de pasada la mitad del canal, pero en algunos momentos el viento parecía tomarse un ligero respiro, para volver a soplar con fuerza.
En ocasiones no es fácil precisar el tiempo que debe transcurrir tras un cambio de intensidad del viento antes de reducir o aumentar trapo. Esperas hasta decidir reducir vela, lo haces y justo al acabar la maniobra Murphy hace que baje el viento. Un tiempo después hace lo mismo pero al revés. Pasa a menudo y así fue en un par de ocasiones.
Los rociones frescos te hacen recordar que estás en el Atlántico, pero el cálido alisio lo compensa bien, sin llegar al punto de dejar de lado el traje de aguas.
Cerca ya de la también escarpada costa oeste de Gran Canaria, cuando acababa de arreciar el viento, este roló y amainó casi hasta los 15 nudos, aunque la mar tardó más en hacerlo. Trasluchamos y arrumbamos hacia el Puerto de Mogán, al SW de Gran Canaria.
A pesar de que el armador había llamado por teléfono al puerto el día anterior, y de que volvimos a hacerlo por el VHF tiempo antes de llegar, al arribar a la bocana nos tuvieron esperando un rato, para decirnos luego que ya no había amarres… Finalmente nos pusieron en el muelle bajo las oficinas de la capitanía del puerto.
Una gaviota se posó “amenazadoramente” en el tope del mástil.
¿No se ve bien? Ahí está, amenazando con “disparar” en cualquier momento… :-) como una espada de Damocles pendiendo sobre nuestras cabezas.
A la mañana siguiente salimos, navegando a motor pues no había nada de viento, con rumbo al sur de la isla, pero en cuanto doblamos el Cabo de Maspalomas la cosa cambió.
Empezó a zumbar fuerte el viento de proa y para poder remontar la costa Este debimos ir dando bordadas, a pesar de ir a motor aunque ayudados por media mayor.
Frente a Arinaga se nota que es una zona en la que es habitual que sople fuerte el viento, por la concentración de molinos de energía eólica y windsurfistas avezados.
Desde ahí hasta la punta de Gando es posiblemente la parte más ventosa de la isla, donde el viento se encañona habitualmente el norte.
Más arriba las condiciones se fueron suavizando y pronto navegábamos por delante de Las Palmas de Gran Canaria hasta entrar en el Puerto de la Luz, donde terminaba la travesía y donde quedaría el Proteína.
Aún pasaríamos un par de días en Las Palmas, aprovechando para dar una pequeña vuelta por la isla y sacar al Proteína del agua en las instalaciones del Real Club Náutico de Gran Canaria, un club con gran tradición de medallistas y mundialistas de vela ligera y crucero, donde nos trataron estupendamente.
Allí se le cambiaron los grifos de fondo al Proteína, que estaban en muy mal estado.
Menos mal que aguantaron hasta el final, pues la rotura de cualquiera de ellos en pleno Atlántico hubiese sido un problema gordo.
Pero afortunadamente todo fue bien y la travesía resultó de lo más agradable. Gracias y saludos pues a la tripulación del “Paternina”: Manuel, Lito, José Luís y Fernando.
Hace un par de años estuve tb navegando por esas aguas. ¡una preciosidad!
ResponderEliminarMe has puesto los dientes muy largos!
Un abrazo
j
Je, je... La verdad es que tienen un clima envidiable, los alisios, que son su alma mater y lo que más me impresionó, su altura, porque la exuberante vegetación de las islas occidentales, viniendo de Galicia, me impresionó menos (aunque precioso también).
EliminarLo que también me gusta es su régimen fiscal ;-)
Un abrazo