Hace poco menos de un año que conocí a “Eva”. La conocí amarrada en el C.N. de Denia.
Poco después volvía a buscarla, junto a sus nuevos armadores, para llevarla de las aguas tibias del Mediterráneo a las más frescas del Atlántico, aguas que ya conocía. Esa travesía, tras el primer día, acabé realizándola a solas con “ella” y eso me permitió irla conociendo mejor.
Más adelante volvimos a navegar juntos a solas, desde el sur al norte de Galicia, para, una vez pasado el verano y esta vez junto a la patrona, volverla a acompañar hasta la que era su nueva casa en Vigo.
La relación con sus nuevos armadores no llegó a cuajar, supongo que no estaban predestinados.
Las circunstancias de la vida hicieron que “Eva” volviese a cruzarse en el camino de su anterior armador, y no tardó en venirla a ver a Galicia. Con estas palabras me describió el encuentro:
“Por fin he visto a EVA. Ha sido emotivo. Pobre, se ha mostrado con vergüenza por las lechugas y mejillones que lucia en su línea de flotación, su cubierta de teka con musgo ....ella que es un barco de mares bravos y disfruta llevando en su recaudo a navegantes enamorados de la mar!
Abrazado a su proa le he susurrado que la vengo a rescatar para que surque nuevamente los mares con orgullo, acompañada de juguetones delfines y que será mi compañera hasta que mi vida me dure.”
Finalmente, la semana próxima, volveré a acompañarla de vuelta a su antigua casa mediterránea, junto a su enamorado armador, que se ha dado cuenta de que “Eva” y él están hechos para navegar juntos.
Mi travesía con ellos terminará en Barbate, luego los dejaré a solas para que disfruten juntos su vuelta al Mediterráneo, seguramente cuando vuelva el calorcito.
¿Es o no una historia de amor?
P.D. Carlos, supongo que tu mujer estará un poco celosa….aunque seguramente ella también esté contenta de volver a verla J
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