miércoles, 1 de julio de 2015

BUENAS COSTUMBRES MARINERAS

Empieza el verano y aumenta el número de barcos en el mar y el movimiento en puertos y fondeaderos.

Aunque pueda parecer obvio, por desgracia no lo es tanto, me refiero a la práctica de las buenas costumbres marineras, o lo que es lo mismo, de la educación.
Esos pequeños detalles que realzan al marinero y hacen más agradable, si cabe, la navegación.
Así, a bote pronto, se me ocurren algunas, desde las más resabidas, y no por eso las más cumplidas de las normas, como puede ser no navegar a una velocidad superior a los tres nudos  dentro del puerto o en un fondeadero, especialmente  las embarcaciones de motor, pues desplazan más agua.

Es bueno pues recordar una serie de normas de conducta en el mar, que con frecuencia se olvidan, para no hacer a los demás algo que no te gustaría que te hicieran, o aunque no te importase que te lo hicieran, pudiera ser que a otro sí.
También hay detalles que simplemente denotan tu amor al mar y a las cosas bien hechas.

Otro ejemplo es el saludo. Ese saludo un poco al estilo de “los moteros”, que viene a manifestar un sentimiento de solidaridad, por respeto y simpatía hacia alguien al que le gusta lo que a ti, alguien de mar. Pero también por pura cortesía.
Es inevitable aquí hacer referencia a la división entre “Traperos” y “Camioneros” (también conocidos por algunos como “Tractoristas”). Es sabido que son dos “especies” difíciles de mezclar, entre las que hay cierto recelo, por ello no es poco habitual el saludo sólo entre “Traperos”, quizá también entre “Camioneros”. Hay una tercera clase que  considero a parte, que no tiene ni nombre, conocida como… “los de las motos de agua”. Quizá podríamos denominarlos “Chicharreros”, por lo molesto del ruido o “Mosquiteros”, por lo tocahue…

Tengo que reconocer que me siento más cómodo entre los “Traperos”, si bien es cierto que para mí “Camionero”  tiene connotaciones que van más allá del hecho de navegar en embarcaciones de motor. Hay gente que navega en veleros que no considero “Traperos” y quien navega en barcos de motor que no considero “Camioneros”. Es más bien una cuestión de actitud, que distingue entre los que son navegantes y los que, en un momento dado, simplemente van en barco.

Así podemos recordar una serie de formas de actuar o de actitudes que se entienden como buenas costumbres marineras:

En un fondeadero es recomendable llegar despacio, buscando un lugar para largar el ancla respetando las distancias de seguridad y el espacio vital de cada barco que garantice cierta intimidad.
Es difícil encontrar un fondeadero o una cala en la que estemos solos y por tanto, sobre todo en estas fechas, hay que compartir. Pero todas tienen un límite y si no hay ese espacio mínimo, lo suyo es buscar otra.
Tampoco está bien cuando estemos en un fondeadero, obligar a los vecinos a escuchar nuestra música, el volumen para que se escuche a bordo será suficiente, ni tampoco montar mucha bronca pasadas ciertas horas.
Utilizar la luz de fondeo o cualquier otra que señalice el barco durante la noche ayuda a los que llegan tarde a deambular por el fondeadero. Así como cuando utilicemos el dingui para bajar a tierra y pensemos volver a bordo de noche es aconsejable llevar alguna linterna que nos haga visibles.

Cuando lleguemos a un puerto y pensemos abarloarnos a otro barco, es bueno, si es posible, pedir permiso al barco al que nos abarloemos (también es bueno darlo), siempre que nuestro barco no sea claramente mayor que el que queda por dentro.
En el caso entre dos veleros habrá que tener cuidado con no dejar las jarcias al mismo nivel, y si es necesario, invertir el sentido para dejar nuestra proa hacia el lado donde está la popa del vecino para evitar el enganche de las jarcias fijas en caso de balanceo.
Recordemos que el que llega, pone las defensas y que no conviene agarrarse a los guardamancebos o candeleros del vecino para separar o frenar nuestro barco.
A partir del tercer barco abarloado conviene que demos también cabos a tierra para evitar el efecto acordeón si salta viento y que no sean sólo las amarras del primero las que aguanten todo el esfuerzo.  
Muy atentos, en caso de haber mareas, de dejar cabo suficiente para la bajamar.

Cuando encapillemos nuestra amarra a un noray o bolardo recordad hacerlo por dentro de las gazas de las amarras que ya estén. Es fácil que el primero que llega sea también el primero en zarpar y que no tenga que soltar nuestras amarras para poder liberar las suyas.
Atentos también a que nuestra jarcia de labor no empiece a golpear el mástil si salta viento. Cuesta mucho conciliar el sueño cuando una driza martillea constantemente el palo.

Una vez abarloados, si saltamos a tierra pasando por los barcos vecinos, es buena costumbre marinera cruzar por la parte de proa y sin parecer una manada de búfalos en estampida, pues se debe respetar la intimidad y tranquilidad de los vecinos. Y, sobre todo al volver a bordo, tratar de limpiarse el calzado o descalzarse para no dejar las cubiertas de los otros hechas un asco.
Es solidaridad marinera echar una mano en la maniobra del que llega o del que zarpa, pero sin dar órdenes. Sólo en caso de que sea evidente que el otro no tiene muy claro lo que hace  sugerir algún consejo, sino es preferible simplemente estar atentos a sus peticiones, pues la maniobra es suya.

A bordo de nuestro barco es bueno que el patrón explique previamente la maniobra a sus tripulantes y que estos, durante la maniobra, se mantengan en silencio para atender a las indicaciones del patrón. Gritos, a bordo, los justos para hacerse oír.
Recordad la máxima: “orden + contraorden = desorden”

Luego, en la mar, respetar el RIPA y si vas en una embarcación de motor y no quieres que te llamen “Camionero”, sé consciente de tu ola e intenta pasar a una distancia prudencial de otras embarcaciones para no dejarlas “temblando”.

Ojo a tus luces de navegación, pues dan información sobre ti. Y ojo también con el uso del canal 16 de VHF, para llamar a los amigos está bien concertar previamente un canal de trabajo, aunque el teléfono móvil también es una buena opción.

Por último algunas cuestiones casi estéticas pero que también tienen su razón de ser, como que las defensas sirven para lo que sirven y se llevan colgando en navegación sólo si tienes intención de abarloarte a otro barco o si eres un dejado perezoso como para estibarlas en su tambucho. De lo contrario puedes perderlas o simplemente salpicarte, pero no dan muy buena imagen.
Lo mismo que ver la cubierta de un barco bien arranchada, con sus cabos ordenados, dice mucho de quien va a bordo y facilita la maniobra cuando los necesites.
Ahora a disfrutar del verano y de la navegación, recordando que no estamos solos

2 comentarios:

  1. Un buen repaso!
    Como en la carretera en la mar la mala educación se manifiesta en toda su espectacularidad , al igual que la buena
    Un abrazo
    j

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    Respuestas
    1. Es verdad, JJ. En la mar, la carretera y el parchís sale lo peor o mejor de nosotros :-)
      Un abrazo y buen verano.

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