En menos de un año (diciembre 2017) nos veremos en las mismas...
miércoles, 28 de diciembre de 2016
martes, 20 de diciembre de 2016
BREVE HISTORIA DEL “REMOLÓN”
Al igual que sus tripulantes, el Remolón tiene lo suyo
encima.
Nació en Cornualles en 2006, literalmente de las manos de
Steve Garner y Paul Harris, que lo
construyeron para cruzar el Atlántico a remo en
2007 bajo el nombre de “The Reason Why”, cruce que hicieron en 55 días y medio.
En principio no era más que un montón de paneles de madera
contrachapada recortables con un manual de montaje, como un mueble de Ikea.
Pero por lo que se ve Steve y Paul hicieron un buen trabajo.
Diseño de Rowsell
& Morrison para construcción en kit, el bote tiene una eslora de 7,20 m por
1,9 m de manga y un peso de 250 kg que a plena carga puede llegar a desplazar entre
800 y 1000 kg. Construido en panel de contrachapado marino recubierto de tres
capas de resina epoxi, el bote está dividido en compartimentos estancos y con
un lastre de agua potable de 150 litros es autoadrizable.
En 2009 volvió a cruzar, con el equipo “Atlantic Song”
formado por Paul Milnthorpe y Jim Houlton, empleando 77 días en completar la
travesía.
En 2012 se restauró en los astilleros Rossiters, cambiándole
el timón por un sistema de “cassette” que permite intercambiar la pala del
timón con la orza. Se pintó de rojo y se cambió toda la instalación eléctrica
con vista a un tercer cruce en 2013, pero este no llegó a realizarse por la baja
de uno de los tripulantes a última hora.
Posteriormente pasó a manos de Shaun Farnwoth con el nombre
de “Victoria Rose”.
Durante una travesía a Canarias, con escala en Gibraltar,
Jesús y yo vimos por primera vez al “Victoria Rose” y pocos meses después pasó
por fin a llamarse “Remolón”.
A continuación, primero Jesús y después yo, nos vimos involucrados en un desafío, cruzar juntos el Atlántico a remo en la Talisker Whisky Atlantic Challenge 2017/18.
Ahora, a pesar de que está completamente equipado,
trataremos de actualizar alguno de sus elementos, darle una mano de pintura y adaptarlo
a nuestras necesidades antes de realizar la que será su tercera travesía
atlántica en 2017.
El bote ya conoce el camino… sólo esperamos que lo recuerde…
J
miércoles, 14 de septiembre de 2016
PEQUEÑA ESCAPADA A CEDEIRA
En una temporada atípica en cuanto a navegación, habiendo
recorrido muchas menos millas que otros años, rematamos (al menos
aparentemente) con una pequeña, pero agradable, travesía de un par de días.
La intención era haber hecho una salida de una semana, pero
la predicción meteorológica sólo nos daba dos, que empleamos en navegar hasta
la Ría de Cedeira y volver.
Zarpamos la mañana del domingo del Puerto de Sada para tirar
hacia el norte. La predicción era buena, con viento del Oeste-Suroeste y, en
principio, día soleado. Aunque los vientos de componente oeste no tardaron en
traernos un espeso banco de niebla que nos alcanzó a la altura de Cabo Prior y
que no dejamos hasta pasado el espigón del Puerto de Cedeira.
En cuanto estuvimos fuera de la Ría de Ares un buen viento
de la aleta nos empujó, permitiéndonos navegar por encima de los ocho nudos de
velocidad. Ese mismo viento nos trajo la niebla al cabo de una hora. Niebla
cerrada que a duras penas nos permitió ver el cruce con un catamarán y un par
de barcos más que sólo vimos en la pantalla del radar.
A primera hora de la tarde embocamos la estrecha entrada de
la Ría de Cedeira, dejando por estribor los bajos que la franquean por el sur,
totalmente a ciegas, guiados por el plotter y el radar, justo hasta doblar la
punta del espigón, donde la niebla abrió, permitiéndonos dirigirnos al
fondeadero donde sólo había un velero francés y otro sueco fondeados, en un
tranquilo y soleado microclima, pues la niebla quedó atascada en la boca de la
Ría.
Muy agradablemente fondeados comimos a bordo y, tras la
siesta, botamos el auxiliar para dirigirnos a la cercana y espectacular playa
de Vilarrube, donde desembarcamos, no sin algún apurillo con las rompientes,
para dar un prolongado paseo por su extenso arenal.
De vuelta al barco con la caída del sol, una ducha, cena a
bordo y sesión “cine”. El fondeadero en la bahía de Cedeira, además de bonito,
es de los mejores para dormir tranquilos.
Amaneció una mañana tranquila y soleada aunque con algunas
nubes altas. Después de desayunar y subir el dingui a bordo dejamos el
fondeadero, dirigiéndonos a la boca de la Ría.
Una vez fuera el viento se
entabló del sur, justo de la proa, por lo que la travesía de vuelta a la Ría de
Ares lo realizamos todo a motor. El parte meteorológico anunciaba para el día
siguiente la entrada de un frente con fuertes precipitaciones y notable caída de
temperatura.
Una vez que alcanzamos nuestra Ría nos dirigimos a un
recogido fondeadero donde comimos, nos bañamos y pasamos el resto de la tarde
hasta que a última hora volvimos al puerto, rematando así una corta pero
tranquila y agradable travesía de un par de días.
Al día siguiente se acabó el
verano.
lunes, 27 de junio de 2016
EMPIEZA LA TEMPORADA ALTA.
Mayo y Junio suelen ser los meses en los que se prepara a la
mayoría de los barcos para la temporada alta, es decir, el verano. Digo la
mayoría porque los que navegan todo el año ya suelen tenerlos listos, con
pequeños mantenimientos constantes. Pero aún en estos casos suele aprovecharse
la llegada del buen tiempo para realizar algunos trabajos.
En el caso del Marola IV, que sí tiene una temporada
definida entre finales de junio y mediados de septiembre, ya desde abril
empezaron los trabajos a bordo.
Primero con la retirada de la capota de
invierno que lo cubre por completo.
Una inmersión para hacerle una limpieza
ligera de la hélice, el timón, las tomas de refrigeración y la línea de
flotación, con vistas a su transporte, este año, a Vigo, pues tocaba pintar el
casco (tarea que duró casi todo el mes de mayo) y, aprovechando la varada,
limpiar la obra viva y darle patente.
Por las prisas no llegaron a tiempo los
ánodos, que habrá que reponérselos sumergiéndose nuevamente.
También allí se le cambió todo el banco de baterías, que ya
tenían sus años y estaban muy deterioradas. Se sustituyeron sus nueve baterías
húmedas por siete baterías AGM estancas, de mucho mejor rendimiento, seguridad
y comodidad, con menor peso y ocupando menos espacio, para dar servicio al
arranque del motor, del generador, servicio de instalación de 12V. y servicio
de instalación de 24V. Al tiempo que se cambió también el cargador de 24V.
Se colocó el génova en el enrollador y una vez el barco ya
de vuelta en Sada, tocaba la limpieza general del interior, la impermeabilización
de la capota anti rociones (que ya hacía agua) y sobre todo, la limpieza a
fondo y tratamiento de la teca de cubierta. Esto es quizá uno de los trabajos
más arduos, más si hace uno solo los 18 metros de cubierta.
Siempre quedan trabajos por hacer, los barcos no dan
descanso, entre otras cosas las revisiones del motor principal y del generador, o el engrasado de los winches y pequeños detalles sin
fin, pero lo más gordo ya está hecho y ahora el Marola IV espera reluciente en
su amarre la llegada de sus armadores para hacerse a la mar en su nueva
temporada.
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