domingo, 12 de julio de 2015

EMBARCACIONES TRADICIONALES EN CABO DA CRUZ

Aún con regusto a brea y salitre después de un día disfrutando del ambiente en la reunión de embarcaciones tradicionales de Cabo da Cruz (Boiro, A Coruña). “Xuntanza” a la que siempre que puedo me gusta asistir, aunque sea como mero espectador.
A pesar de que mi primera impresión al llegar al puerto de Cabo da Cruz en este XII Encontro fue que este año parecía haber flojeado un poco la participación, como en otras ocasiones el entorno fue inmejorable, con gran implicación de todo el pueblo y una vez más se respiraba un sano ambiente marinero.

En una mañana de sábado de recalmón, con mucho calor, que dio para visitar la carpa en la que tenían su puesto numerosas asociaciones y escuelas de carpinteros de ribera, artesanos y otros gremios relacionados con el lado más tradicional del mar, además de los galpones donde se exponían trabajos e impartían talleres de artistas, rederas, bolilleras, maquetistas y demás.
También dio para echar un primer vistazo a las embarcaciones amarradas en los muelles y pantalanes, algunas conocidas de otros  años y otras no, con pabellones bretones, vascos (quizá más que otros años), catalanes (menos que otros años), por supuesto gallegos, portugueses, algún irlandés y croata. Amén de los pabellones piratas (en el mejor sentido de la palabra) que suelen abundar en las jarcias de este tipo de embarcaciones y que denotan ese lado “canalla” de los marineros tradicionales.
Con pabellón croata, alguna de las embarcaciones que más me llamaron la atención.

También la presencia del barco escuela vasco “Saltillo” entre los más grandes de la flota y muchas dornas de todo tipo, bucetas, gamelas y botes, a cada cual más bonito.

Entre los pequeños, y aunque de fibra, destacar la presencia de un “Day boat” irlandés que días atrás ya pude ver por las Rías Altas, en el que vinieron navegando desde Irlanda y que demuestra una vez más que quien no navega es porque no quiere, si bien es cierto que con cierto grado de valentía.

En cualquier caso resaltar el buen ambiente marinero que reina en este tipo de concentraciones, los olores entremezclados de brea, madera y brisa marina, los foques, trinquetas, mayores y mesanas recogidas sobre baupreses, botavaras o mástiles, el colorido de barcos y banderas flameando al viento, los sonidos de gaitas y cánticos que resuenan entre el bullicio de las tripulaciones y asistentes. Toda una fiesta del mar en la que prima la camaradería y, como en toda fiesta que se precie, la comida y la bebida.

Por la tarde saltó el nordeste, que fue arreciando, y tocaba salir al mar, no sin antes echar alguna siesta.
Un espectáculo de maniobras en las que las tripulaciones zarpaban luchando contra el viento, algunas a la vela, otras, las más, a remo, aunque también a motor. No todas con éxito, hay que decirlo. Incluso unas cuantas se rajaron por el aumento del viento, o de vino, y otras retornaron a puerto en cuanto sacaron el “morro” fuera del espigón. Pero de todos modos fue entretenido presenciar los intentos en salir de la rada del puerto y los bordos a vela o remo de los que lo consiguieron.

Todo un placer presenciar y sentir que la navegación tradicional, lejos de desaparecer, está en auge.

2 comentarios:

  1. Eu tamén estiven por alí. Mágoa non coincidir e intercambiar unha aperta!

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