Estar seco y caliente al navegar no tiene precio, sobre todo
si se navega en aguas frías y durante todo el año.
Mi primer traje de aguas fue de pescador, con botones.
El siguiente una combinación de pantalón “Moby Dick”, de
aquellos naranjas, y como parte de arriba un vulgar “canguro”. En el primer
temporal que pillé por Finisterre, a bordo del barco de mi padre, acabé
empapado hasta los huesos y muerto de frío. Entonces comprendí lo importante
que era ir bien equipado.
Aún así muchas fueron las ocasiones posteriores en
las que volví a terminar mojado y con frío,
y algunas las vestimentas que no estuvieron a la altura de las
circunstancias, hasta que, tiempo después, en un viaje a Inglaterra pude
comprarme un buen traje de aguas, donde era algo más asequible. De esto hará 25
años, y aunque tuve alguno más en medio, me ha dado buen servicio hasta hoy.
Quizá en aquel momento era de los más caros, pero lo
amorticé con creces, acompañándome y protegiéndome durante muchas, muchas
millas en cualquier tipo de condición.
Ahora ha llegado el tiempo de jubilar ya a ese buen traje de
aguas y, siendo fiel a la marca que tan buen resultado me dio, he renovado el
vestuario, pues ya tocaba.
Es cierto que una buena
ropa de aguas es cara, pero no hace falta irse a la gama más alta de los
modelos oceánicos, además en este caso, a través de una web francesa he podido
conseguir el traje completo por el precio que aquí cuesta sólo la chaqueta.
Lo dicho, navegar seco y caliente es navegar feliz. Espero
que, al igual que su antecesor, me dé tan buen servicio y me dure muchos años.
Non seri se te recoñecerei sen o teu traxe de augas habitual. ;-)
ResponderEliminarJe,je.... pero pola miña "melena frondosa" sí :-))
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