miércoles, 20 de junio de 2012

DESTINO MEDITERRANEO. TRAVESÍA EN EL “FAST FERRARI”. (1ª y 2ª ETAPAS).


El “Fast Ferrari”, un Sun Fast 52, viejo conocido de los que recaláis por este blog y barco muy querido por mí, con el que he compartido miles de millas. A pesar de todos sus defectos y desperfectos, creo que es, de todos los barcos en que he navegado (y son muchos), el que mejor navega.
Con los restos de su otrora bien surtido ropero, que se han quedado en una vela mayor de dacron trilladita, un viejo génova III reconvertido en vela de enrollador y una no menos vieja trinqueta, velas más propias de un antiguo clipper que de un “pepino” que fue, el FastFe navega elegantemente y con potencia.
El que tuvo aún retiene esa prestancia sobre las olas, aún rápido y dócil al timón, seguro.

Travesía esta que en su momento anuncié en el blog, la llevamos a cabo entre los días 2 y 12 de este mes de junio, en que recorrimos unas 1.080 millas desde Sada (A Coruña) hasta Formentera (Illes Balears), en seis etapas.
En general hemos tenido buena suerte con el tiempo, la mar y el viento, pero lo que más destacaría es el buen clima que se vivió a bordo entre la tripulación, aunque en el transcurso de la travesía hubo algunos cambios de tripulantes. Algunos desembarcaron y otros se incorporaron, pero permaneció la harmonía.

Todo empezó mes y medio antes, con la planificación de la travesía y la búsqueda de tripulación, pero fue una semana antes de la partida que empecé a preparar el barco, al llevarlo hasta el puerto de Sada, pues llevaba algo más de un año desatendido en aguas de La Coruña.
Limpieza y reparación de desperfectos, puesta a punto y equipamiento llevaron su tiempo y su trabajo, no obstante las tareas de “bricolage” a bordo fueron una constante durante la travesía. Pero eso también forma parte de la navegación.
Con una tripulación de siete tripulantes, constituida, además de un servidor, por Jose Manuel, Carlos, Daniel, Nikos, Jose y Eloy, zarpamos del puerto de Sada a las 13:30h del sábado 2 de junio destino Bayona.

Al salir de la ría se entabló un viento del Oeste de entre 12 y 15 nudos, pero había sed de navegar a vela y ceñimos dando bordadas, con toda la mayor y el génova, hasta alcanzar las Islas Sisargas, donde enrollamos el génova y encendimos el motor para negociar el paso por dentro de las Islas.
Durante el resto de la tarde alternamos la navegación sólo a vela con la ayuda del motor, que permaneció encendido al caer el viento por la noche al paso de Cabo Fisterra.
Establecimos tres guardias (dos de dos tripulantes y una de tres) de tres horas, pero que no llevamos a rajatabla, debido a que dos tripulantes que sólo harían esa etapa, Jose y Eloy, querían disfrutar a tope de la noche.
Tras un amanecer tranquilo con mar y viento en calma, pronto dejamos las Islas Cíes por estribor, por tanto pasando por dentro de ellas, apuntando hacia el estrecho de Estelas que nos llevaría a la Ría de Bayona, puerto al que arribamos a eso de las 10:00h.
La escala en Bayona sería corta, pero sin prisas. Lo justo para repostar gas oil, darnos una ducha y salir a picar algo antes de volver a zarpar a primera hora de la tarde de ese mismo domingo.
En Bayona desembarcaron Jose y Eloy, y embarcó un viejo amigo, Ramón Prat, autor de “La Odisea del Paradisse”, con lo que en la segunda etapa, hasta Cascáis, seríamos seis tripulantes.

Enfilamos hacia la salida de la Ría de Bayona, ciñendo con un suave viento del Oeste de unos 12 nudos, arrumbando a la boya que marca el bajo del Lobo de Silleiro, punto en que ya pondríamos rumbo Sur.
La tarde quedó sumamente apacible, soleada, con mar rizada, navegando a vela, en principio con toda la mayor y el génova, a unos cómodos 6 nudos de velocidad. Pronto se abriría un poco más el viento, momento en que también izamos la trinqueta (combinación de tres velas que emplearíamos durante la casi totalidad de la travesía), ya navegando en aguas portuguesas.

 
El buen rollo se respiraba a bordo respaldado por una navegación más que agradable.
Daba tiempo a todo, alternando momentos de animada conversación en bañera con momentos en los cada uno andaba a lo suyo, bien llevando el timón, bien leyendo, haciendo fotos, con el ordenador, escuchando música o simplemente disfrutando de la navegación.
A esto que, cual “Archeron” acechando a la “Surprise”, avistamos un velero en el horizonte, por la proa, al que fuimos alcanzando hasta echarnos encima y pasarlo holgadamente.
 Mientras tanto Jose Manuel, ayudado por el pinche Nikos, ya se encontraban en la cocina preparando la cena.

Por estas longitudes, en esta época del año, el sol se pone muy tarde y es buena costumbre a bordo cenar temprano, por lo que antes de que Lorenzo se hundiese en el horizonte nos hallábamos ya todos abajo, reunidos en torno a la mesa del “salón Acapulco” cenando, al tiempo que sobrepasábamos al otro velero. Supongo que su tripulación se encontraría en las mismas, pues tampoco se veía un alma en cubierta, mientras navegaba tranquilamente bajo sus cuatro velas y al mando del capitán “Autohelm”. Supongo también que nuestro skipper “Ray” les saludaría con una sonrisa en su pantalla, por la pasada que les estábamos dando….

Después, el postre en la “cubierta Promenade” esperando al Rayo Verde y la salida de la luna.
Talmente como si fuese un empalagoso video publicitario de Amel, pero con el FastFe, que te pone de nuevo los pies en cubierta, pues a bordo, tonterías que funcionen, las justas.

Por la noche organizamos tres turnos de guardia de tres horas, compuestos por dos tripulantes. Turnos que iríamos rotando a lo largo de los días, pues la guardia central salía perjudicada, mientras las otras dos podían al menos dormir seis horas seguidas.
Aunque navegásemos a vela, al crepúsculo encendíamos por lo menos hora y media el motor para cargar baterías y encender la nevera.
Por lo demás, dado el magnífico estado de la mar, la noche fue deliciosa, bajo el amparo de la luna llena.

Tónica que continuó durante todo el día siguiente.
Por la mañana avistamos una pequeña manada de cetáceos blancos, yo creo que se trataba de algún tipo de delfín poco habitual en estas aguas, quizá delfines Risso, o Burrunan o delfines piloto. Eran grandes, con aleta dorsal larga, casi blancos y al sumergirse bajo la proa se les veía de color turquesa luminoso.
Con nadar pausado, junto con sus crías, pasaron bastante de nosotros.
A lo largo del día, con una mar llana como un plato, la brisa arreció ligeramente, permitiéndonos hacer fácilmente entre 7,5 y 8 nudos de velocidad, navegando, durante la mayor parte del día, a un través, bajo mayor, trinqueta y génova. Condiciones extraordinarias para la navegación a vela.
 
Bien entrada la tarde avistamos por la amura de estribor las Islas Farilhoes y Berlengas, el viento aún arreció un pelín más y roló al Norte, entrándonos prácticamente por la popa al paso entre Cabo Carvoeiro y las Islas.

Con rumbo hacia Cabo da Roca, atangonamos el génova en orejas de burro por estribor, con la mayor y la trinqueta por babor, tirando del barco a buen ritmo. Durante gran parte de la travesía restante utilizamos esta configuración vélica con muy buen resultado.
En Cascáis desembarcarían en principio Nikos y Carlos, aunque este último, el benjamín de la tripu, se fue envenenando con la navegación y nos acompañó dos etapas más. Por el contrario embarcaría un nuevo tripulante, Javier.
Aprovechamos pues para hacernos la foto de tripulación de la etapa, en la que de izquierda a derecha vemos a Ramón Prat, Carlos Fernández, Nikos Antimissaris, Daniel Rey, Jose Manuel Iriarte y un servidor.

A última hora de la tarde el viento bajaba y subía de intensidad, por lo que a ratos nos ayudábamos con el motor, ya que Nikos debía estar a las 05:00h (hora portuguesa) lo más tardar en Cascáis.
No obstante a eso de las 02:00h trasluchábamos al paso del Cabo da Roca con 20 nudos de viento de popa y poco más de una hora más tarde estábamos entrando en la Marina de Cascáis.

6 comentarios:

  1. Que sana envidia! Hacia tiempo que no veía al Fasferrari desde ue se fue de Formentera.
    Un abrazo
    Sigue disfrutando...
    j

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  2. Gracias J.J.
    Allí vuelve a estar, navegando en las cálidas aguas de Las Pitiusas.
    Un abrazo.

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  3. Digo, como unsui, QUÉ ENVIDIA!!! ya cuando anunciaste la travesía me pareció una pasada (si hubiese podido me había apuntado, al menos a alguna de las etapas) y he disfrutada mucho de esta entrada. Buena tripulación, buen barco y una nevegación tranquila. Espero poder acompañarte en alguna ocasión, me encantaría!!!! Un abrazo y espero las próximas "entregas" de esta preciosa travesía

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    1. Hubieses disfrutado Isabel.
      Ya sabes, para la próxima te guardo una plaza ;-)
      Estoy trabajando en las siguientes entregas, prometen :-)
      Un abrazo.

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  4. Que si hay que hacer reserva, por lo que veo, que me guardes ya una plaza. Asumo papel de cocinero y prometo variar la tediosa alternancia arroz-pasta-arroz. Fuera de broma, ha sido una experiencia inolvidable. Porque "ese barco es una ruina" (es casi broma), pero navega fantástico, y, por encima de todo, por aquello que otros ya han subrayado: porque el ambiente era muy difícil de superar. Siempre decimos lo mismo, "a ver si nos volvemos a encontrar", y rara vez los avatares de la vida nos permiten hacerlo. Una pena, en este caso, porque la gente, toda, con la que he compartido esta travesía es aquella con la que da gusto compartir. Cualquier cosa, pero compartir con ellos. Habrá que intentarlo. En cualquier caso, insisto, yo también reservo una plaza para futuras travesías, que veo que se me está anticipando mucha gente y me voy a quedar en tierra. Y no quiero, mientras el cuerpo aguante. Un abrazo a todos, y, en particular, a ti Jorge, que nos das la oportunidad de vivir estas situaciones. JMI

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    1. Por supuesto cuento contigo. Un abrazo desde Cascáis. Salgo ya hacia las Canarias.

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