La verdad es que planear una minitravesía de unas 120 millas
en un barco de motor tiene poca ciencia y la travesía en sí poca miga, sin
embargo tiene su punto poder hacer en ocho horas y cuarto lo que normalmente
llevaría unas veinte horas, dado que no suelo navegar en IMOCAS 60 ni VO65.
En un principio, ya el hecho de buscar un buen momento
meteorológico es diferente, pues en vez de buscar viento se trata de todo lo
contrario, cuanto menos viento y menos mar mejor.
Después, conocida la motorización y la capacidad de
combustible es cuestión de estimar el consumo y, por tanto la autonomía, a unas
determinadas revoluciones y velocidad, para finalmente calcular una hora de
llegada.
En esta ocasión tenía que estar en Vigo a las 18:00h y a las
17:58h estábamos amarrados en la gasolinera de CN de Vigo y a las 18:00h
desembarcaba. Vamos, que ni el AVE.
La idea era zarpar del puerto de Sada a eso de las nueve de
la mañana, pero entre hacer combustible y comprar algo para comer salimos a las
09:45h, lo que no está nada mal.
La predicción meteorológica era de mar rizada, con mar de
fondo del NW que no llegaría al metro y viento variable de menos de cinco
nudos, al principio, que iría aumentando a 15-20 nudos del NNW con marejadilla
a marejada y ola de 1,5 metros pasado Cabo Fisterra. Predicción que se cumplió
al dedillo.
Salimos con el cielo bastante encapotado y al poco de dejar
atrás el espigón del puerto pusimos los motores a 2.400 rpm para dar 15 nudos
de velocidad. Velocidad de crucero en la que la embarcación, de ocho metros y
medio, navegaba en semiplaneo.
A esta velocidad se van alcanzando los hitos de paso
rápidamente y pronto dejamos atrás la Torre de Hércules.
En estas condiciones se podía atajar millas pasando primero
las Islas Sisargas por dentro, luego pegaditos a Cabo Vilán dejando la piedra
del Bufardo por estribor.
En Cabo Touriñán el cielo se tornaba azul y más tarde
atajábamos pegados a Cabo La Nave y Fisterra.
A la altura de Corrubedo el barco ya planeaba empujado por
las olas y el viento alcanzando los 17-18 nudos hasta clavar la proa en la ola
precedente que nos frenaba a 11-12 nudos. Muy cómodo no obstante al ser mar de
popa y muy tendida.
Sin embargo la conversación resultaba interesante y apenas
prestábamos atención a la navegación. Casi sin darnos cuenta fuimos dejando las
Islas, de Sálvora primero y Ons y Onza después, por babor, apuntando hacia el
Canal Norte de la Ría de Vigo, colándonos por el interior de Islas Cíes y ya
hacia el destino, que no tardamos en alcanzar.
Lo dicho, tiene su punto, aunque en vez de una travesía se
tiene la sensación de haber dado un paseo agradable. Una sensación que no está
mal de vez en cuando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si eres una persona de bien, deja aquí tu comentario