domingo, 27 de septiembre de 2015

“CAMIONERO” POR UN DÍA

La verdad es que planear una minitravesía de unas 120 millas en un barco de motor tiene poca ciencia y la travesía en sí poca miga, sin embargo tiene su punto poder hacer en ocho horas y cuarto lo que normalmente llevaría unas veinte horas, dado que no suelo navegar en IMOCAS 60 ni VO65.

En un principio, ya el hecho de buscar un buen momento meteorológico es diferente, pues en vez de buscar viento se trata de todo lo contrario, cuanto menos viento y menos mar mejor.
Después, conocida la motorización y la capacidad de combustible es cuestión de estimar el consumo y, por tanto la autonomía, a unas determinadas revoluciones y velocidad, para finalmente calcular una hora de llegada.
En esta ocasión tenía que estar en Vigo a las 18:00h y a las 17:58h estábamos amarrados en la gasolinera de CN de Vigo y a las 18:00h desembarcaba. Vamos, que ni el AVE.

La idea era zarpar del puerto de Sada a eso de las nueve de la mañana, pero entre hacer combustible y comprar algo para comer salimos a las 09:45h, lo que no está nada mal.
La predicción meteorológica era de mar rizada, con mar de fondo del NW que no llegaría al metro y viento variable de menos de cinco nudos, al principio, que iría aumentando a 15-20 nudos del NNW con marejadilla a marejada y ola de 1,5 metros pasado Cabo Fisterra. Predicción que se cumplió al dedillo.

Salimos con el cielo bastante encapotado y al poco de dejar atrás el espigón del puerto pusimos los motores a 2.400 rpm para dar 15 nudos de velocidad. Velocidad de crucero en la que la embarcación, de ocho metros y medio, navegaba en semiplaneo.
A esta velocidad se van alcanzando los hitos de paso rápidamente y pronto dejamos atrás la Torre de Hércules.
En estas condiciones se podía atajar millas pasando primero las Islas Sisargas por dentro, luego pegaditos a Cabo Vilán dejando la piedra del Bufardo por estribor.
En Cabo Touriñán el cielo se tornaba azul y más tarde atajábamos pegados a Cabo La Nave y Fisterra.

 Pasado este último, y aunque fue arreciando el viento de popa, la mar se aplanó un poco mientras navegábamos en la zona de influencia de su resguardo, momento que aprovechamos para comer algo.
A la altura de Corrubedo el barco ya planeaba empujado por las olas y el viento alcanzando los 17-18 nudos hasta clavar la proa en la ola precedente que nos frenaba a 11-12 nudos. Muy cómodo no obstante al ser mar de popa y muy tendida. 
Sin embargo la conversación resultaba interesante y apenas prestábamos atención a la navegación. Casi sin darnos cuenta fuimos dejando las Islas, de Sálvora primero y Ons y Onza después, por babor, apuntando hacia el Canal Norte de la Ría de Vigo, colándonos por el interior de Islas Cíes y ya hacia el destino, que no tardamos en alcanzar.

Lo dicho, tiene su punto, aunque en vez de una travesía se tiene la sensación de haber dado un paseo agradable. Una sensación que no está mal de vez en cuando.

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