viernes, 19 de octubre de 2012

EL HOMBRE QUE AL PARECER NO SABÍA DEMASIADO

El domingo 7 de octubre hizo una buena mañana de cálido viento del sur que aprovechamos para ir hasta la playa de Valdoviño a volar una cometa que nos habían regalado.

En la bahía, al resguardo de Punta Frouxeira, había un velero fondeado que me llamó la atención, pues es un fondeadero muy poco habitual, debido a su relativa protección y a las notables olas que allí suelen formarse.
No obstante ese día si que estaba algo resguardada de la mar del sur, aunque se apreciaba el balanceo del velero fondeado al paso de las olas.
No se veía a  nadie en cubierta, solo un dingui amarillo amarrado a su popa.
El barco debería rondar los nueve metros de eslora y pensé que sería de un navegante solitario que había recalado en la bahía para descansar.
Nos fuimos de la playa al medio día, sin darle más importancia al asunto.

A principios de la siguiente semana me fui al sur de Portugal para traer un velero hasta Sada. El sábado 13 pasábamos ya frente a La Coruña, con buenas condiciones meteorológicas aunque con una pronunciada mar de fondo y con el anuncio de fuertes vientos del NW y empeoramiento de la mar para las próximas horas. Finalmente arribábamos al puerto de Sada a primera hora de la tarde del sábado.

El lunes me enteré de la noticia de que un velero había naufragado el domingo 14 contra las rocas de la bahía coruñesa del Orzán, resultando muerto su patrón.
Más tarde vi las fotografías del rescate y supe algo más del navegante fallecido.
Fotos de Juan Varela, Quintana y Marras

Se trataba de Jan Antoni Landsman, un inglés de origen polaco de 72 años que había salido en solitario desde Inglaterra con intención de llegar hasta Grecia o Turquía.

Al parecer, sufrió el primer contratiempo frente a la costa de Valdoviño el sábado 6 de octubre, al quedarse sin baterías, por lo que se acercó a tierra para fondear.
Según cuenta el redactor de La Voz Manuel Arroyo, un vecino de la zona lo vio el domingo 7, poco después del medio día, a bordo de una neumática amarilla tratando de acercarse a la costa a remo, exhausto en su lucha contra el viento y la corriente que le impedían avanzar, pero la fortuna se alió con el navegante y un golpe de mar lo aproximó a una zona rocosa cercana.
Para entonces ya se había alertado a los servicios de emergencias, que junto al vecino, auxiliaron al hombre, ya al límite de sus fuerzas.
Al parecer sólo quería café.
Una vez a salvo, lo llevaron a un bar próximo, donde le dieron un bocadillo y bebida caliente. «Era un hombre que no quería ayuda, muy hermético», pero el fallo en las baterías lo llevó a la desesperada a buscar tierra firme.
Con la ayuda de los mariscadores de Meirás, que se prestaron a recargarle las baterías con unas pinzas y llevarlo de nuevo a bordo, Jan se dirigió a sus auxiliadores pidiendo «puerto próximo» para tirar la basura y arreglar los maltrechos acumuladores. Corral, el vecino, dadas las circunstancias y el estado del navegante, se ofreció a acompañarlo al puerto de Cedeira, el más cercano a su posición. Ese sería el origen del segundo rescate en el mismo día.
Apenas a unas millas de distancia, frente al arenal de Pantín, el barco se quedó sin gobierno, al fallar el motor nuevamente. Esta vez, por falta de gasolina. Corral, su acompañante de fortuna, alertó por segunda vez al 112. La lancha L.S. Langosteira remolcó el velero hasta la rada cedeiresa, donde amarró pasadas las nueve de la noche.
Jan pasó los siguientes cinco días en Cedeira, a la espera de reparar las baterías. Su intención era partir ya el jueves, pero el barco no estaba listo.

Mientras tanto, el anglo-polaco hacía vida en el interior de su barco. Precario y con una cubierta con importantes desperfectos, explica Rodríguez, patrón de la L.S. Langosteira. Todos los papeles que llevaba a bordo «estaban mojados» y mal conservados. Al parecer el barco no presentaba un buen estado.
Sin demasiados recursos -incluso ha trascendido que no tenía suficiente dinero para la reparación del velero-, Jan finalmente se hizo a la mar, solo, en la jornada del viernes día 12, con el único arreglo de los acumuladores.

Desde Cedeira hasta La Coruña sólo hay unas 25 millas, es decir, unas cinco o seis horas a lo sumo, sin embargo no se tuvo constancia del navegante hasta el trágico naufragio del domingo en la bahía del Orzán.
Un marino jubilado  lo avistó ese domingo dirigiéndose hacia las rocas, frente al acuario de La Coruña y avisó a las autoridades de salvamento. Explicó que la navegación no era la correcta por muy inexperto que fuese el patrón ya que «nadie» se iría con la proa hacia las rocas sino que iría hacia la playa del Orzán o se saldría fuera de la bahía.
Hay quien dijo haber visto a uno o dos tripulantes más a bordo, pero al parecer no hay indicios de ello.
Las tres posibilidades que baraja este experto marino es que fuera el barco sin gobierno, que el patrón estuviese indispuesto o que se le hubiese roto antes el timón.
Sea como fuese, el hecho de fondear en una bahía poco apropiada y desconocer dónde se encontraba el puerto más próximo, así como el acercamiento posterior a La Coruña o tardar dos días en recorrer 25 millas, hace pensar en que no tenía equipos electrónicos de navegación, ni cartas de la zona, ni derrotero. Tampoco mucha destreza.
La maniobra de desembarco  a remo con el dingui tampoco pareció muy acertada.
Mala cosa también los episodios de quedarse sin baterías y a continuación sin combustible.
O simplemente el hecho de emprender semejante travesía con tan precarios medios y el barco en las condiciones que expresan los que lo vieron, me lleva a pensar que el hombre no parecía precisamente un avezado navegante.
De todos modos, quizá me equivoque y todo fue un cúmulo de infortunios que acabaron mal.
Mala suerte Jan Antoni, espero que no sufrieses.

4 comentarios:

  1. Quien sabe...
    Es que vuestro mar es un mar de verdad...
    También te digo-y es una opinión personal, modificable con el tiempo- prefiero esa muerte, involucrando a menos gente, que pudrirme poco a poco de demencia senil en un aparcadero de ancianos
    Un abrazo largo y buen finde
    j

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    1. Pienso lo mismo que tu, JJ.
      Ya que a todos nos ha de llegar, desaparecer en el mar, sin dar mucho la lata, no parece un mal final.
      Buen finde tambien. Un abrazo.

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  2. Hola como estas estimado?
    Interesante lo que publicaste , y los comentarios de los amigos , al fin y al cabo los que navegamos somos un poco (o mucho) libertarios y nos gustaria que la vida se nos escribiera asi.

    Sin embargo ahora mismo escuchaba por el canal 16 un intento de despacho con la autoridad maritima que demostraba el absoluto desconocimiento de un patrón , siempre preocupa ver salir a navegar alguien con tan poca formación.
    En medicina siempre recordamos las palabras de William Osler que decía : “ no me asombra lo poco que hay que saber de medicina para practicarla , tampoco me asombra lo mal que puede hacerse...”
    En náutica pasa lo mismo .
    El caso de Donald Crowhurst , aquel ingles que se largo en la Golden Globe de 1968, con absoluto desconocimiento para correr la vuelta al mundo !!! y lo dejaron !
    Bueno son todas enseñanzas que hay que tomarlas con humildad
    te mando un gran abrazo
    Gustavo

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    1. Ciertamente Gustavo, en todas las actividades humanas hay quien lo hace mejor y peor, pero si quien paga las consecuencias es uno mismo...
      Si un médico falla, el perjudicado es el paciente. En el caso de Crowhurst, el perjudicado fue él mismo, victima de su mentira, incapacidad, cobardía o locura. Aunque es verdad que también afectó a su familia.
      De todas formas, ya el hecho de estar en el mundo es intrínsecamente peligroso.
      Un fuerte abrazo.

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